“Comprendí que tenía miedo a vivir
sin él. ¿Cómo es que tienes el derecho a destrozarme la vida,
quise preguntarle, pero yo no tengo ningún poder en la tuya?” Louisa Clark
Hay libros emocionantes. Hay libros
que, aunque te imaginas cual va a ser el final, luchas contra
esa idea durante muchos capítulos. Y hay libros que te hacen
plantearte muchas cosas que normalmente no harías. Este libro tiene,
sin duda, todas estas características.
Cuando comencé a leerlo ya sabía
que me iba a encontrar con una historia dura. Todo lo que había
leído sobre él apuntaba a que se trataba de una historia que
me haría reflexionar sobre aspectos de la vida que normalmente ni
tienes en cuenta, ni te paras a pensar. Que me iba a remover por
dentro y a plantearme aspectos de la vida y del amor que nunca me ha
tocado vivir, afortunadamente.
A mi me ha parecido uno de los libros
más románticos que he leído y sin embargo solo hay un beso casto
en todo el libro. Me ha parecido un libro sobre superación personal
y sobre todo me ha parecido un libro sobre renuncias. Renunciar
al amor, renunciar a ser feliz, renunciar a no hacer lo políticamente
correcto y sobre todo renunciar a vivir.
¿Se tiene que respetar la decisión de
una persona aunque sea lo que más dolor te produzca? ¿ Se debe
poner fin al sufrimiento corporal para dar paso al sufrimiento
espiritual y del alma? ¿ Por qué nos “agarramos” a la persona
que queremos, por su felicidad o egoístamente por la nuestra? Todas
estas preguntas se plantean leyendo este libro. Si encuentras las
respuestas o no ya depende de cada uno. Y probablemente si las
encuentras no sean las de nuestros protagonistas Clark y Will.
Louisa Clark es la
protagonista femenina y la que cuenta la historia. Salvo unos pocos
capítulos que están contados por otros personajes del libro, la
gran parte está narrado por ella. Es una persona alegre, positiva,
dicharachera, excéntrica en su forma de vestir. Es rápida y vivaz
en sus respuestas y comentarios y tiene un punto de ironía que te
hace sonreír en más de una ocasión. Y sobre todo es muy fuerte.
Pero ni ella misma lo sabe. Miembro de una familia típica, tópica
además de tradicional. Contenta con la vida que lleva y sin grandes
aspiraciones.
Will Traynor nuestro protagonista
masculino. Guapo, rico, sarcástico y borde. Hasta aquí podría ser
uno más de los miles de protagonistas de libros románticos. Pero
Will ha tenido un accidente y se ha quedado tetrapléjico. Y Louisa
comienza a trabajar de cuidadora de él. Y aquí comienza la
historia.
Una historia que te golpea con escenas
crudas y realistas de esta minusvalía. Que te hace conectar
perfectamente con Louisa y sus ganas de animar a Will, con sus
proyectos para sacarle de la oscuridad en la que se ha instalado y su
lucha para cambiar el futuro marcado con anterioridad por el propio
Will. Pero que también te hace entender la postura de Will. Pasa de
una vida apasionada, llena de acción, haciendo todo lo que le
apetecía a una vida gris, triste y dependiendo siempre de una
persona hasta para lo más básico. ¿Quien no estaría triste y
borde en esta situación? Sin embargo Will mantiene un sentido del
humor único y cínico, que incluso le lleva a bromear muchas veces
con su propio estado.
A lo largo del libro hay un desarrollo
de los protagonistas muy visible. Will logra sacar fuera toda la
fortaleza que tiene Louisa y que como dije antes ni siquiera ella
sabe que la tiene. La hace salir de su caparazón de modestia y
conformidad con su vida para mostrarle todo de lo que es capaz y todo
lo que se está perdiendo por no atreverse a romper con los
estereotipos y con la vida que parece que tiene marcada desde que
nació. Y Louisa logra que Will vuelva a sonreír. Vuelva a
ilusionarse por las cosas. Vuelva a querer a una persona. ¿Pero es
suficiente?
Y aquí llegamos al meollo de la
cuestión. Estamos ante un libro que es de amor pero no es romántico
al uso. Es un libro sobre lo injusta que es la vida pero a la vez lo
maravillosa que puede ser, lo cual lo hace un libro muy real.
Estamos acostumbrados a finales felices y al “comieron perdices”
pero la vida real no siempre es así. La vida nos va poniendo
escalones y barreras que debemos ir superando. Es un libro de
superaciones pero yo creo que Louisa es la que más crece en este
sentido en el libro. Es ella la que se supera día tras día para
acabar convertida en otra persona totalmente distinta a la que pisó
por primera vez la casa de Will. Y es un libro que nos hace pensar en el respeto hacia las decisiones de los demás. Esas decisiones que
podemos no entender pero que siempre debemos ponernos en la piel del
otro para intentar entenderlas. Esas decisiones que nos rompen el
corazón y el alma y que nos marcan para toda la vida. Y esas
decisiones son, aunque parezca lo contrario, señales del amor más
grande e infinito que se puede dar. De ese tipo de amor que,
precisamente por ser tan grande, no debe ser egoísta y debes
aprender renunciar a él aunque ello te arranque la piel a tiras.
El final del libro es precioso. A pesar
de todo el drama que lleva implícito, la imagen de Louisa en ese café
de París es de las escenas más bonitas y a la vez más tristes que
he leído.
Y ahora para plasmar visualmente todo
lo leído tenemos la película. Por supuesto no me la voy a perder.
Debo decir que los dos protagonistas me encantan y además me parecen
perfectos para dar vida a Will Traynor y Louisa Clark. Espero que
estén a la altura de los creados por la mano de Jojo Moyes. Ojalá
conecten como lo han hecho los que que han salido del papel. Lo visto
en el trailer me da confianza para que sea una película y una
adaptación preciosa. Ya veremos.
De momento pinta muy bien. Bastante fiel al libro.
“Solo... quiero ser un hombre que ha
ido a un concierto con una chica vestida de rojo. Solo unos pocos
minutos más” Will Traynor