24 de marzo de 2020

Cuando un beso nos puede matar






Nos creíamos felices por tener la última blusa de esa instagramer tan famosa o por haber realizado el viaje soñado.
Nosotros que estábamos empeñados en suplir el tiempo que nos faltaba con grandes coches, buenas casas y prendas caras.

Y ahora la vida nos da una bofetada con la mano abierta y nos demuestra que lo realmente importante son cosas que no se pueden comprar. Ahora los grandes coches están en los garajes sin poder usarse, estamos deseando salir de casa y el único desafío de estilismo es pensar si hoy te pones el chándal gris o el pijama azul. 

Ahora que lo que nos sobra es tiempo,  no podemos compartirlo con los nuestros. Y nos damos cuenta que lo realmente necesario para ser feliz es poder compartir,  abrazar y besar a tus padres o abuelos. A tu gente. Y esto, lo más esencial, nos lo han prohibido.

No puedes abrazar a tu madre aunque veas el  miedo y la incertidumbre en sus ojos. 
No puedes besar a tu abuelo aunque hoy haya empezado a respirar mal. 
No puedes acompañar a tu padre en la habitación de un hospital porque esa compañía puede ser letal para él.  

Todo esto nos está viniendo bien para saber que la vida se sigue moviendo por sentimientos y emociones. Sin dinero por el medio y sin importar si tu estatus es grande o pequeño. Todos estamos inmersos en este problema y de todos es necesario el esfuerzo para salir de el.

Y nos emocionamos al ver a los médicos aplaudir a un paciente al que le han quitado el respirador, aunque, lógicamente, no conozcamos de  nada al paciente. 
Rompemos a llorar cuando vemos que a las familias les entregan a sus seres queridos en una caja, sin una despedida, sin haber estado con ellos en este duro trance.
Descubrimos a nuestros vecinos, esos grandes desconocidos con los que convives pero no sabes nada de ellos. Y todos los días a las 20:00 sales a tu ventana  para volver a emocionarte y aplaudir por todos. Incluso por ti. 

Y volvemos a ser solidarios. A pensar en el que realmente lo necesita antes que en nosotros. Y todos intentamos aportar nuestro granito de arena en mayor o menor medida. Unos quedándose en casa, otros trayendo la compra a esa octogenaria que vive en tu mismo edificio para evitar que ella salga y pueda enfermar; haciendo mascarillas con sábanas de ajuar viejas o inventado juegos para entretener a los más peques de la casa. Todo es válido en este momento. 


Un ser inerte y microscópico nos ha obligado a tirar de freno de mano y todo se ha parado. Se han parado las jornadas interminables de trabajo, se ha parado el andar corriendo de un lado para otro todo el día, se ha parado la desidia con nuestros mayores. Nosotros que nos creíamos invencibles y llevábamos la capa de Superman o Superwoman todo el día puesta. A nosotros que no tenía el día bastantes horas para hacer todo lo que queríamos. Ahora las horas nos sobran y pagaríamos por un paseo al lado del mar o por la paella del Domingo en casa de tus padres, suegros o abuelos. Un "bicho" nos ha demostrado que no teníamos ni idea de lo que significa la vida. El mismo bicho que nos impide abrazar y besar a los nuestros. Porque también nos ha obligado a parar los abrazos. Y eso es lo peor de todo. Ese gesto gratuito y necesario es lo que más echamos de menos.

Y aunque estemos tirando de las nuevas tecnologías (benditas máquinas)  y nuestros mayores hayan tenido que dar un curso express de vídeo llamadas, los besos que tiramos a la pantalla nunca tendrán la calidez y el olor de la piel de nuestra madre. 

#todo va a salir bien. Por supuesto,  pero ojalá nunca olvidemos esto  y demos importancia a las cosas realmente importantes.
Aunque mucho me temo que en poco tiempo seguiremos gastando nuestro tiempo en cosas superfluas e insignificantes. Y nos creeremos de nuevo felices e invencibles. 

Abracemos, besemos, compartamos y por supuesto vivamos.







28 de mayo de 2017

Trilogía Mi elección - Elisabet Benavent

Lo que viene siendo los Pornoositos



Te quiero —musitó—. Te quiero todos los días. Cuando él te tiene y cuando él no te alcanza. Te quiero cuando te ríes, cuando te equivocas, cuando tropiezas y cuando te levantas sin necesitar ayuda. Te quiero cuando lloras, porque hasta así estás preciosa. Te quiero porque no puedo evitar hacerlo. Puedo fingir con él, pero no contigo.



Intento hacer todas mis reseñas sin spoiler, pero de verdad que en esta se me ha hecho imposible. Así que si no has leído la trilogía y quieres seguir ten en cuenta que descubro datos importantes de ella que te pueden estropear la tensión de la lectura. Dicho esto y si decides continuar,  “allá tú con tu mecanismo, hermosa”

Puede contener Spoiler de los libros

************************************************************
*********************************************************
**************************************************************

Otra vez lo ha hecho. Me postro de rodillas ante la @betacoqueta.  Otra vez ha conseguido tenerme enganchada hasta la palabra FIN.
He de decir en honor a la verdad que el tercero se hace un poco pesado. Es más denso que los otros debido a las "introspecciones" y diálogos internos de cada uno de ellos. Y el final se me quedó un poco cojo. No por el final en sí sino porque pasamos de estar casi al borde la ruptura entre Hugo y Alba a estar a dos días de la boda (si esto no es spoiler que baje dios y lo vea). Creo que me faltó algo por el medio. Después se arregló con el epílogo que ruego encarecidamente que si has leído la trilogía no lo dejes de leer también
Pero vamos al tema.
¿Se puede estar enamorada de dos personas? ¿Se puede sentir atracción sexual por dos personas? ¿Se puede compartir todo con dos personas? NO, SI Y NO



Hugo: Es un HAMOR (con mayúsculas y con H para que sea más largo). Es el menos egoísta de los tres. Es el que la quiere de verdad y que está enamorado de ella hasta las trancas. Se aleja porque no soporta compartirla y para que ella y su amigo puedan ser felices juntos...Ohhhhhhhhhh!!! le hago la ola y le regalo todos los manteles con Carpas japonesas del Zara Home.
Es directo, pasional, mimoso, sexual, la cuida, la ama, la venera y le fabrica su cuento de hadas.  Y encima está bueno. Y folla como los ángeles. Y viste "qui ti cagas". Y cocina. Y lo más importante la quiere más que a su propia vida. Por ella está dispuesto a romper todas las normas, reglas ...y hasta con su mejor amigo/hermano (realmente creo que él nunca quiso romper con Nico, que fue Nico el que rompió con ellos...pero ya llegaré a eso). 
¿Que se equivocó en cosas? por supuesto. Los tres lo hicieron.  Hugo no más ni menos que los otros dos.
Nico: vale…es un HAMOR (con mayúsculas y con H para que sea más largo) pero… le falta sangre por las venas. Está parapetado siempre detrás de Hugo. Nunca toma decisiones, nunca hace nada que él desee. Es un yonki de Hugo. El no quiere a Alba con la misma intensidad que la quiere Hugo. El quiere a Alba para seguir con su vida de siempre. Sin problemas, sin tomar partido.
atardeceres contigo en Tailandia o en Carabanchel, da igual
Dejándose llevar sólo para seguir  cerca de Hugo. Y creo que es lo único que le interesa. Hugo. Nunca Alba. Yo llegué a pensar que estaba enamorado de Hugo. Pero tampoco olvidemos que cuando Hugo se retira del juego y él se queda de "novio" de Alba, no protesta. No dice "no sin mi amigo". No, para nada. Se la sigue tirando sin el menor de los remordimientos y sin tener en cuenta si Hugo sufre o no. Y después los intenta destrozar como pareja intentando que vuelvan a ser las cosas como antes (los 3) sin importarle si ellos quieren o no. Y como venganza final le envía las fotos al jefe. Y la razón es para que se separen y el quedarse con Hugo no con Alba. Que su vida vuelva a ser la misma que antes de que apareciera Alba (yo así lo vi). Eso es de ser malo, malísimo. Y todavía Hugo le dice que sabe que lo hizo sin maldad. Venga, seamos realistas no seamos tan complacientes. Cualquiera en el lugar de Hugo y Alba le hubiera reventado a hostias (nótese que en este momento de la lectura el tema me puso de muy mala baba, NO A LA VIOLENCIA)
Alba:  Alba lo gestiona mal. Pero lo gestiona mal desde el principio. Está claro que ella siente mucho más por Hugo que por Nico. Quizás le podamos reprochar que en el momento que comienza a sentir más por uno que por otro, lo lógico hubiera sido sentarse y acabar con el juego. Pero por otra parte ella también estaba disfrutando del sexo tanto como ellos. Ellos también estaban colándose por ella. Entonces ¿Por qué tiene que ser ella la que rompa? ¿Por qué siempre tenemos que ser nosotras las que busquemos el amor en vez del sexo salvaje?.
ya sé que no es la oficial pero siempre fue Alba en mi cabeza.

No la puedo culpar de la ruptura de ellos. Y no la puedo culpar porque en el amor cuando quieres a una persona te da igual los cadáveres que vayas dejando por el camino. La gente se enfrenta a padres, amigos, compañeros...a quien sea para defender y proteger su pareja. No creo que le obligue a elegir entre ella o Nico. No más que lo que obliga Nico a elegir a Hugo entre él o ella. El único que no les obliga a elegir es Hugo. Hugo se retira hasta que se da cuenta que es una gilipollez. Que ella con Nico nunca será feliz y aunque lo fuera, él también quiere luchar por su parte de felicidad.
Ella está enamorada de Hugo pero también se siente atraída sexualmente por Nico que no olvidemos que es un cielo y además bueno de romper. ¿Quién no se sentiría?  Y no estoy disculpándola. Es que solemos comulgar con la idea de que en esas situaciones tiene que ser la mujer la que frene. Supongo que sea debido a años de machismo encubierto. Y de que somos las primeras que se nos viene la palabra zorra a la boca cuando nos enteramos de algún devaneo de una de nuestra misma especie y género. 

Sustituí a la propuesta de protagonista de Alba de Emilia Clarke por Cristina Pedroche. Cosas raras que pasan en mi cabeza y que podría dar para un buen estudio de alguna universidad de renombre (a poder ser americana y que me paguen el viaje)

En resumen. Me gusta la forma de escribir de Benavent (a estas alturas ya no es ningún secreto). Me gusta como desarrolla la historia. Me gusta que me haya sorprendido ¿por qué? porque lo empecé pensando "otro de tríos, que cansinas estas escritoras". Yo venía de otra saga muy famosa de tríos (si sois listas ya sabéis a la que me refiero) en la que no pude pasar del segundo libro.Y sin embargo toca morderse la lengua porque no es "otro" libro más de tríos. Es una historia de amor, amistad, desencuentros y elecciones. Entre tres (Por eso lo del trío ;) ). Pero lo narra de una forma tan amena, tan coloquial, tan como todos hablamos normalmente, llamando a las cosas por su nombre, que te acabas creyendo que lo normal es encontrarse en tu habitación con dos buenorros que te van a poner mirando para Cuenca y te van a dar lo tuyo y lo del regimiento de infantería del área V. Y ahí te das cuenta que la lectura es imaginación en estado puro, porque ni buenorros ni leches en vinagre. Y al fin y al cabo eso es lo más importante,  que te hagan protagonista de una historia. Que pases de ser espectadora de lo que pasa a sentirte la protagonista del cuento de hadas.







21 de marzo de 2017

Kilómetro cero - Dulce Merce




Todos los que nos declaramos lectores pedimos  nuevas historias, nuevos escenarios, nuevas tramas que nos enganchen a la lectura de un libro. Las estanterías de las librerías y de las secciones de libros de los grandes almacenes están llenas de historias repetitivas, monotemáticas, sin ningún ápice de tensión en la trama que hace que se desarrolle en una lectura plana y sin ningún tipo de emoción.
Y muy de vez en cuando llega a tus manos una lectura que rompe con todo eso. 
En kilómetro cero la historia comienza por el final. El final de una relación debido a la monotonía del día a día, de dar por hecho los  sentimientos sin ver la necesidad de pararse, mirar a la pareja a los ojos y vaciar todo lo que tenemos dentro. Lo bueno y lo malo. Lo que nos gusta, nos enamora y nos pone cara de pipiolo constantemente y también de todo lo que no nos gusta, de todas las incertidumbres y dudas que podamos tener y sobre todo de los miedos y peligros que veamos que puedan acechar a la relación. Y yo sé que es fácil decirlo pero es verdad que lo complicado es llevarlo a cabo y realizar ese exorcismo que nos libere de todos los miedos e inquietudes. Lo fácil es dejarse llevar por las situaciones y esperar que se arreglen solas.  Es lo fácil pero también es lo más peligroso.
Y esto es exactamente lo que les pasa a nuestros protagonistas, a Daniel y Julia.  A través del relato de Daniel (otra novedad, porque normalmente la narradora es la parte femenina) nos vamos adentrando en la relación que tuvo, tiene y tendrá con Julia. En el vacío y soledad que deja el desamor cuando de verdad se ama y en la lucha para recuperar lo perdido cuando te das cuenta que lo que tenías era lo que realmente merecía la pena y sin ello el motor de tu vida se encuentra gripado.
Todo ello mezclado con las historias diarias del taxi que conduce y nos conduce a su vez por historias paralelas que hacen ver las situaciones desde varias perspectivas al mismo tiempo.
La narración se hace muy amena debido a todos estos protagonistas que se mezclan en el asiento del taxi mientras recorremos las calles de un Madrid que me encanta y en el cual cada vez me encuentro menos visitante las veces que voy.  Además es tan realista que cualquiera puede verse perfectamente reflejado en uno de los pasajeros o de los propios protagonistas. Los personajes van pasando dejando todos ellos algún mensaje, un granito de arena que hace que la historia fluya hasta un final lógico y con los tiempos perfectamente sincronizados. Sin prisas, sin finales rápidos pero tampoco sin dar vueltas a la misma historia una y otra vez con el único objetivo de alargar la historia y hacer un libro más voluminoso como si la calidad estuviera en el número de hojas y no en su contenido.

Gran Vía
Esta novela es el claro ejemplo que no hacen falta millonarios, guapos veinteañeros con pasados oscuros, biceps marcados ni escenas de sexo explícito cada dos páginas para que un libro sea redondo. Nos vale con una historia trabajada en la que los protagonistas tienen los mismo problemas que nosotros, que sufren y sienten como nosotros y que sus únicas metas es ser felices con lo que tienen.  El amor, el trabajo, pagar la hipoteca, el orgullo, los celos y los miedos son problemas con los que todos lidiamos en el día a día. Y nuestros protagonistas hacen un master de ellos.

Realmente es un gustazo leer de vez en cuando historias con gente con la que te podrías cruzar por la calle y no llamarían tu atención pero que sienten y sufren por lo mismo que tú.
Gracias por este ratito de normalidad.

16 de marzo de 2017

De madres e hijas





Y llegó el día que comienza a volar sola.  Tú la acompañarás como has hecho desde que nació. Tú que llegaste a casa unos meses antes que ella y la esperaste paciente en una esquina de su serón. Vigilaste su sueño hasta que ella tuvo la suficiente fuerza para agarrarte con sus manos y  llevarte con ella. Desde entonces habéis sido inseparables.  Un día ella decidió que ya era hora de darte nombre porque lo de llamarte "perrín" era muy poco amigable para tí que eras uno más de la familia. Y como una verdadera princesa  su perro  se llamó igual que el perro de Cenicienta.  No podía ser de otra forma.  Y pasaste a llamarte Bruno. 


Bruno
 
Habéis viajado juntos a todos y cada uno de los lugares a los que hemos ido. Habéis compartido sueños, varicelas, toses y mocos. Y claro, algún que otro disgusto también. Te ha utilizado de tranquilizante cuando algo ha molestado o modificado su sueño.  Y ahora, como no podía ser de otra forma, volarás con ella a París. 


¡Qué maravilla de viaje!. ¿Quién no ha soñado con irse de viaje con amigas a un sitio así? Toda una experiencia que espero que aproveche y disfrute como solo se pueden disfrutar estas oportunidades, al 100%.  Afortunado tú que puedes ir en la maleta. Ojalá yo pudiera hacer lo mismo. Esconderme dentro de su maleta e irme allá donde vaya ella. Ojalá pudiera verla dormir como vas a hacer tú durante estos días. Ojalá fuera a mí a quien abrazara mientras sueña con lo que quiera dios que sueñe.  Pero no va a ser así. Yo me quedo echándola infinitamente de menos y tú la acompañas a esta nueva aventura. La primera en solitario.  Si no significaras tanto para ella ten por seguro que te odiaría por poder compartir con ella lo que para mí está vetado. Dejo en tus manos (o en tus patas) la tranquilidad de lo que más quiero. Cuídala como has hecho en estos 14 años y devuélvemela con una sonrisa de oreja a oreja y hablando por los codos contándonos todo lo que vio y visitó.  Abrázala para que no nos eche de menos. Y aprovecha tu tiempo con ella. Inexorablemente llegará el día que tú también te quedes en casa como lo hago yo ahora viendo como se aleja. Y te entristecerás como lo estoy  yo ahora. Sé que debería estar contenta y alegre por ella y porque será un viaje que seguro nunca olvidará, pero no puedo evitar sentir que poco a poco se aleja de mi lado. Y eso duele.  ¿Es egoísta? Seguramente si, pero me da igual. Soy totalmente egoísta en lo que a mi hija se refiere. La quisiera conmigo todo el tiempo, que siempre tuviera la necesidad de mis conversaciones, mis abrazos y mis besos. Y que no creciera. De hecho creo que ya ha crecido demasiado. La quiero de mi mano paseando y exigiéndome el beso de buenas noches. Quiero que me pregunte cuando tiene una duda de lo que sea y me siga mirando con esa cara de "jo, mamá lo sabe todo". La quiero conmigo. Pero ello es imposible. A este viaje seguirán (ojalá) muchos otros. Y llegarán las salidas nocturnas (no lo quiero ni pensar) y tu seguramente la seguirás esperando sentado en su cama. Pero también llegará la primera noche que no duerma en casa y los primeros novios (esto el que no lo quiere ni pensar es el padre). Y seguiremos estando ahí pero tendremos que verlo desde lejos y aunque el hilo rojo de la vida nunca se nos rompa cada vez tendremos más metros de hilo entre nosotras. Dicen que es ley de vida. 
¿Tú lo entiendes?
Yo tampoco.  

 

21 de noviembre de 2016

Después de encontrarme - Saray García

"Llegaste como llegan las mejores cosas, cuando menos las esperas, pero cuando realmente las necesitas. El problema siempre fue que, desde el principio, lo hiciste con miedo a quedarte."



 
Llegamos al final de esta bilogía con este libro en el que además de amor hay mucha lucha interna de sentimientos, mucha renuncia, mucho dolor y mucho, mucho romanticismo. Si el primer libro se puede incluir dentro de la lectura erótica, este segundo estaría sin duda dentro de la categoría de romántica.
Nuestros protagonistas tienen que hacer frente al dolor y  la desgracia que,  ya desde el primer libro,  sabes que va a llegar. Y ese fatídico momento llega y arrasa con todo. Y me enfadé mucho con Jorge. Sin hacer spoiler solo puedo decir que no lo entendí ni compartí sus acciones. Me pareció una persona débil, cobarde, inseguro y muy inmaduro. Lucía, por el contrario, sabe estar a la altura de las circunstancias y se muestra como una luchadora increíble hasta que, irremediablemente, no puede más. 
El libro está lleno de momentos. Momentos divertidos sobre todo cuando están juntas las 3 amigas. Momentos románticos como esa escapada a la playa a ver la luna sobre el mar. Momentos sexys como ese autolavado y momentos duros como esa carta. Esa carta es una oda al amor, al sufrimiento, al amor verdadero. Es una lección de lucha pero también de renuncia.  Y como siempre es Lucía la que lo expone.
Mi opinión es que es Lucía la que lleva el peso de la relación. Es ella la que siempre se abre en canal y no tiene miedo a hablar de sus sentimientos. Jorge me da la impresión que siempre está escapando. Y siempre está volviendo con el rabo entre las piernas (bonita expresión tratándose de Mr. empotrador ). Y siempre es Lucía la que tiene que perdonar, volver a creer en la relación y a confiar en que todo va ir bien esta vez.
Es verdad que cuando Jorge se lanza a mostrar sus sentimientos te deja lela y patidifusa. Cuando se decide a derribar sus muros no le importa mostrar sus miedos y no le importa, tampoco, demostrarle a su "rubia" todo lo que siente por ella.
El final me ha parecido un poco apresurado, pero aún así, muy bonito. Pasamos de una situación a otra muy distinta en muy pocas páginas con lo que me ha dado la sensación que echamos mucho tiempo (o mucho libro) en la parte "fea" y muy poco en la parte "bonita". Pero sigue teniendo un  broche final muy tierno y precioso.
En resumen esta segunda parte fluye correctamente hasta un final que en algún momento del libro no sabes por donde te va a venir. Sigue teniendo unos diálogos divertidos y coherentes cuando deben serlo. Tiene unos personajes que evolucionan perfectamente con la historia. El desarrollo de la trama es mucho más íntima. Se centra mucho más en los sentimientos de los protagonistas que en sus andanzas como pareja. Los secundarios siguen teniendo importancia en la historia pero sin robar protagonismo a Lucía y a Jorge . Y por último el final es digno de toda novela romántica. 
Por todo ello ¿qué más se puede pedir?  Pues le podemos pedir a Saray que siga por este camino. Que siga conquistándonos con sus historias con este estilo fresco y natural. 



Que siga siendo una chica normal a la que le gusta escribir. Que siga luchando por sus sueños porque estoy segura que los va a conseguir. Que de su cabeza sigan saliendo historias de amores reales y mundanos. Que como he dicho algunas veces ya, no entiendo como salen cientos de libros al mercado que se convierten en todo un fenómeno cuando realmente son infumables o tristemente repetitivos simplemente porque están escritos por  personas que se supone que tienen un status en el mundillo editorial, y muchas veces no son más que las mismas historias con nombres de personajes diferentes y hojas enteras con letras de canciones.  Por ello le pido a Saray que no pierda la ilusión por contar historias sin necesidad de parecerse a nadie, no lo necesita. Ella es bastante por ella misma sin tener que compararla constantemente con otras escritoras. 
Gracias Saray, yo espero por tu siguiente historia.

soy una ferviente defensora del hilo rojo

 

18 de octubre de 2016

Antes de conocerme - Saray García - Bilogía Lucía libro 1

"Esa noche no dormí, y no fue por el calor. Fue porque esa casa, ya no era mi hogar. Porque me sentía una extraña si no estaba entre sus brazos. Porque echaba en falta su aliento pegado a mi nuca y sus manos en mi vientre. Porque es terrible pensar que echas de menos con todas tus fuerzas a alguien, que puede que no esté pensando en ti. Y porque si él no era el amor de mi vida, tenía claro que me había equivocado de vida."


Sipnosis

Y tú, ¿cambiarías por amor?, ¿o cambiarías de amor?
Decidida, impulsiva y coqueta, Lucía está en un momento en el que más bien se siente apática e insegura. Una cita absurda será el desencadenante para que aparezca de nuevo la soñadora a la que le apasionan los retos, y él supondrá un gran reto. De la mano de su incondicional Adriana y la dulce Vanesa, se embarcará en una pelea por encontrar el amor sin perderse a sí misma. Pero el destino se encargará de recordarle que no se puede subestimar el poder de la atracción, y que cualquier casualidad puede ser en realidad la señal que siempre ha estado esperando

Mi opinión:
Llegué a estos libros, como pasa la mayoría de las veces, por “oídas”. Alguien me habló de ellos y de la forma de escribir de Saray. Luego empecé a ver en mi muro de Facebook gente que lo estaba leyendo y sus comentarios iban acompañados de iconos de corazones y de llamas (creo que llamó más mi atención las llamas que los corazones, para que lo voy a negar. Flores y corazones se los dejo a Grey) Ahí empezó a picarme la curiosidad (más tarde descubrí que Mr. Jorge Sonrisa ladeada era especialista en generar picores varios) y los puse en mi lista de lecturas de verano. Pero el verano pasó y ahí seguían. Esperando una oportunidad entre mi cola interminable de pendientes. Así estábamos cuando leí que su historia era muy Benavent y ahí dije “ cuidado, cuidado que hablamos de palabras mayores” Benavent es mucha Benavent. Yo por Benavent M A T O. Y me puse con ellos casi para comparar. Casi para convencerme de que la gente estaba exagerando. Y aquí digo yo ¿por qué tiene que parecerse a nadie? Saray tiene su propia forma de escribir y de contar su historia. Y no, no es Beta Coqueta. Pero tampoco le hace falta para hacer una historia preciosa. Con una protagonista, Lucía, de lo más normal con una vida más o menos estereotipada que tiene la suerte o la desgracia de encontrarse en su camino a dos hombres que marcaran toda su vida.
Saray transmite los sentimientos de los protagonistas a la perfección. Hace que crezcamos con ellos y que vayamos entendiendo el porque de todas las cosas. 
Quizás al principio me pareció un poco más de lo mismo. Alejandro nuestro primer protagonista; chico guaperrimo, con dinero, unas amigas locas y cachondas pero que dicen verdades como puños. Unos amigos también sacados de un catálogo de moda. Pero antes de llegar a la mitad del libro la historia comienza a fluir, todo da un giro inesperado y lo que antes veías como bueno y mágico comienzas a verlo como aburrido y absorbente. Y ese punto coincide exactamente con la irrupción de Jorge en escena. Este nuevo protagonista masculino te arrastra. Te seduce. Crea una tensión sexual y anímica con Lucía que hace que te suden hasta los dientes. 
pongamos que hablo de Madrid
Te hace reflexionar si hay veces que confundimos amor con comodidad. Amor con buen sexo y amor con cariño. Si nos empeñamos en perseguir sueños que una vez que tenemos al alcance de la mano son realmente lo que queríamos o simplemente lo que nos dijeron que debíamos querer. Nos hace preguntarnos cual es el amor verdadero. El que miramos con devoción o el que miramos con pasión.
El libro tiene momentos muy simpáticos, muy emocionantes y como no, muy eróticos pero (y aquí viene uno de los puntos fuertes) sin saturar. Es uno de los problemas de muchas novelas románticas y/o eróticas de las que se publican ahora mismo, que no hay cortejo (ha sonado un poco rancio pero supongo que se me entienda lo que quiero decir) No hay una seducción por parte de los protagonistas. No hay un juego de miradas, de frases que te van dejando con las ganas de que se decidan. Pero aquí contamos con Jorge que se erige en dueño y señor de estos juegos de seducción y que tiene enfrente a Lucía como una perfecta contrincante a su altura. Normalmente hay un enamoramiento irracional de alguien a quien acaban de conocer lo que hace que muchas veces la historia sea totalmente irreal. Esto no les pasa a nuestros protagonistas. Ellos juegan perfectamente a seducir y a dejarse seducir y lo llevan tan al extremo que sufres tú por el calentón que deben haber pillado ellos.

Lucía y Jorge en la playa

Como secundarios tenemos a las amigas de Lucía. Esta figura co-protagonista cada vez se hace más popular entre los libros que leo. Estas amigas que te dicen verdades como puños aunque no sea lo que deseas escuchar. Estas amigas que hurgan en la herida mal cerrada hasta hacer sangre, pero que una vez abierta te envuelven en abrazos sanadores haciendo que la herida deje la menor cicatriz posible. Esas compañeras de vida que están a tu lado secando tus lágrimas y a la vez llenándote de nuevo el vaso de tequila. En el caso de Lucía son Adriana y Vanesa. Dos personalidades totalmente dispares y contrarias que se complementan perfectamente y que hacen de ellas los momentos más divertidos del libro.
Ya centrándonos en la edición hay que volver a felicitar a la autora porque se ve claramente que tanto la ortografía como la lingüística como todo el carácter narrativo de la novela ha sido cuidado al máximo (yo me atrevería a decir que además de cuidado, revisado, re-revisado y vuelto a revisar)
Podíamos resumir este primer libro como la lucha de Lucía por deshacerse del recuerdo de Alejandro perdida en las miradas y en las sonrisas de Jorge. Sin duda un lugar perfecto para perderse. Pero Lucía quiere más que miradas moja bragas y sonrisas que le hace temblar las canillas ¿querrá Jorge lo mismo?
Empezando el segundo....
 
Pd. Solo voy a decir una cosa sin ánimo de spoilear nada.............ahora cada vez que veo una alfombra me quedo mirándola pensando si será de las que quema o no...

4 de septiembre de 2016

Capítulo 2 - La llegada




Se acabó el verano, volvemos a la rutina y hoy os dejo la continuación del relato publicado en julio. Espero que os guste.



Casi dos meses llevaba en esta ciudad. Casi dos meses desde que nos habíamos separado. Casi dos meses desde que nos habíamos despedido en el aeropuerto. Recordarlo todavía me angustiaba y las lágrimas volvían a llenar mis ojos. Como había pronosticado había llorado y como él había vaticinado bebió todas mis lágrimas con sus besos. Pero los besos se habían acabado y las lágrimas habían seguido. Seguían todos los días cuando terminaba su llamada por Skype y ya no me podía ver. Volvían a mí cuando por las noches me abrazaba a mi almohada y la olisqueaba en busca de un olor que había dejado a 7 horas de avión. Y seguían cada vez que escuchaba una canción que me recordaba a él. Y esas canciones como torturándome, se repetían una y otra vez en emisoras de radio en hilos musicales de comercios y hasta en el politono de algún móvil de alrededor. ¿O sería que todas las canciones decían algo que me recordaba a él o a nosotros? O sería simplemente que todo me recordaba a él?. Ilusa de mí me giraba cada vez que sonaba una voz masculina a mis espaldas con la esperanza de encontrarme con su sonrisa. Y una y otra vez me encontraba con sonrisas que no iban dirigidas a mí. Estaba siendo difícil. Nunca me lo había planteado de esta manera pero así estaba siendo. Yo la mujer independiente, segura de sí misma, controladora en todas sus relaciones, sentía mariposas en el estómago cada vez que llegaba la hora de su llamada, puntual todos los días durante casi dos meses. Sin faltar un solo día. Y me levantaba pendiente de mi whatsapp de buenos días desde el otro lado del océano. Yo la que se reía del amor y de las relaciones. La que pensaba que era solo sexo del bueno. Yo, la misma que ahora paseaba nerviosa por la sala de espera de la terminal de internacionales del aeropuerto sin quitar la vista de una pantalla que me dijera que su avión había tomado tierra. Habían caído los primeros copos de nieve y algunos vuelos habían sido desviados a otras ciudades. Con los dedos cruzados miraba fijamente la pantalla de vuelos mientras mentalmente empujaba el avión para que llegase más rápido. Cuando su número de vuelo apareció parpadeante indicando que había tomado tierra, me lancé hacía la puerta de salida. Me agarré con fuerza a la cinta que me impedía pasar e ir en su busca que al fin y al cabo era lo que realmente deseaba. La puerta automática se abrió y mi corazón latió desbocado. Por ella salió una chica que tendría poco más de veinte años y que fue recibida entre besos y abrazos por una pareja que estaba a mi lado y que probablemente fueran sus padres. Yo aproveché para, poniéndome de puntillas, otear a lo lejos a ver si veía venir una silueta conocida. La puerta se cerró y yo bajándome de nuevo sobre mis talones dejé escapar un suspiro de pura angustia. ¿Y si no venía? ¿Y si había perdido el vuelo? ¿Y si al final lo había pensado mejor y no había subido al avión? Lo último que supe de él es que iba camino del aeropuerto, pero no sabía si realmente venía o no en ese vuelo. Saqué mi móvil del bolso. Nada. Ningún mensaje. Me disponía a ser yo la que mandase el mensaje cuando la puerta volvió a abrirse. Levanté rápidamente la vista de la pantalla de mi móvil. Esta vez era una pareja con un bebé los que salían. Se les veía cara de cansados pero a la vez la felicidad era una constante en sus miradas. También fueron recibidos entre abrazos por unas personas que los esperaban.
Y entonces lo ví. A lo lejos. Con su caminar elegante y seguro. Casi irreconocible desde la distancia donde yo estaba, pero supe que era él. No estaría sintiendo todo esto si no fuera él. Solo su cercanía tenía el don de provocar que mis piernas se pusieran a temblar. Al cerrarse la puerta de nuevo tuve que controlarme para no saltar la cinta de seguridad. Inmediatamente la puerta se abrió de nuevo para dejar salir a los siguientes pasajeros. El levantó la mirada del suelo y nuestras miradas se encontraron otra vez desde hacía casi dos meses. Desde la última vez que se habían visto en otro aeropuerto y otro continente. 
 


Una sonrisa dibujó su cara y creo que no le dio tiempo a ver la mía antes de que la puerta se cerrase de nuevo. Intenté frenar con mi mirada el deslizarse de las puertas para que no se cerraran y no me privasen de su mirada ni de su sonrisa. Mi corazón no estaba desbocado, simplemente se había mudado de sitio y se había instalado en mi garganta. Mi respiración era acelerada en un mecanismo automático de defensa para no caer desmayada por hiperventilación.
Cuando, por fin, apareció por la puerta, mis piernas no me obedecieron y quedaron clavadas en el suelo mientras él sin dejar de mirarme ni sonreír, rodeó la cinta para ir a mi encuentro. De repente, mientras se acercaba con paso firme, recordé sus besos, sus caricias, la forma de decir mi nombre cuando hacíamos el amor y cuando quedaba poco menos de un metro para que llegase a mí me abalancé sobre sus brazos susurrando su nombre. Nos abrazamos sin decirnos una sola palabra. Apreté mi cuerpo contra el suyo aspirando su olor. Ese olor que reconocería entre mil y que había buscado entre mis sábanas las noches de mayor nostalgia. El me envolvió en un abrazó fuerte y protector, respirando entre mi pelo. No pude evitar estremecerme cuando pronunció mi nombre casi como una caricia sobre mi cabeza. Podía notar como las emociones nos embargaban a los dos. Lo supe cuando oí los potentes latidos de nuestros corazones casi latiendo acompasados, cuando noté su dedos fuertes apretando mi espalda como si no quisieran separarse jamás de ella. A nuestro alrededor la gente iba despejando la sala con sus respectivas alegrías y sueños mientras otras iban llegando en busca de las mismas emociones que viajaban en el próximo avión que aterrizaría. Bajando las manos hasta mi cintura aflojó un poco el abrazo y me elevó hasta dejarme a la misma altura que él. Apoyé mis manos en sus hombros intentando no escurrirme entre sus brazos y nuestros ojos quedaron enfrentados diciéndose tantas cosas en silencio, llenos de promesas y buenos deseos.
Con la punta de su nariz acarició mi mejilla y yo cerré los ojos para disfrutar más intensamente de esa leve caricia.
Su boca se acopló perfectamente a la mía en un beso dulce y lento. Nuestros labios se apretaban y se aflojaban y se volvían a acoplar avivando el estímulo y haciendo que el beso fuese cada vez más intenso y osado. Crucé mis manos por detrás de su nuca aprovechando para acariciar su pelo. Nuestras lenguas comenzaron a buscarse profundizando el beso y yo solo me dejaba arrastrar por todas estas sensaciones que volvían a recorrer mi cuerpo. Noté su lengua cálida y suave pasearse por mi boca recorriéndola entera a su antojo, volviendo a adueñarse de todos los recovecos que habían estado deshabitados todo este tiempo. Mordió mi labio inferior como si fuese una fruta fresca y él estuviera necesitado de su frescura. Yo seguía suspendida en el aire sujeta por sus brazos e incapaz de hacer cualquier movimiento o pronunciar cualquier palabra. Noté como sus labios abandonaban los míos y abrí los ojos como señal de protesta por cortar todas esas sensaciones que me estaba proporcionando con su beso. Apenas se separó unos centímetros de mi boca y podía seguir sintiendo el calor de su aliento sobre ella. Apoyé mi frente en la suya mientras mis dedos jugaban con sus rizos.
- Bienvenido
- Gracias. Tengo la sensación de que por fin he llegado a casa.
- Déjame que te lleve.